21/2/08

Divagando, divagando

A veces me pregunto demasiadas cosas, me arrepiento de otras tantas y me da ansiedad pensar que pudo haber pasado si hubiera hecho tal o cual de un modo diferente. Quiero decir, como si tuviera una maquina del tiempo y pudiera regresar al pasado y hacer cosas que debí hacer y no hice, o dije cosas que no debía y poder callarme la boca en ese momento.
Se que no soy la única que se pregunta ese tipo de cosas, pero si me angustia pensar en un futuro diferente, alterno. Un futuro donde todavía está él, donde las cosas son distintas, donde dije todas las cosas que debía, o donde no dejé nada para otro día.
Mi cabeza da muchas vueltas en esos momentos. Es como si me esforzará tanto simplemente para angustiarme más, y acabo con nudos en la garganta, con el estómago hecho trizas, y sendas lágrimas de desesperación y/o frustración escurriéndome de los ojos. Y, obviamente, me frustro más.
Digo, no es como si de veras pudiera cambiar mi pasado, pero esa pinche incertidumbre me molesta. Siempre me pregunto ¿y si…? Y cuando doy con la respuesta, me trauma. Me trauma mucho porque pudo haber sido mejor, pude haberlo hecho mejor, pero no. O no pensé lo suficientemente rápido, o algo salió mal, y arruine la mitad de un día simplemente siendo desconsiderada, o grosera, o diciendo una palabra que no debió haberse dicho nunca.
¿Qué porqué tanta mierda acerca de regresar al pasado? Porque empiezo a preguntarme si hice bien al dejarlo ir. O al clavarme tanto con él. Me pregunto qué hubiera pasado si jamás lo hubiera conocido, pero eso si, me cuesta mucho trabajo imaginarme la vida sin él.
Fue mi mejor amigo, una persona en la que confié ciegamente. Estaba ilusionada realmente, creía que podíamos durar mucho tiempo, que podríamos llegar a algo más. No sé, a lo mejor parecen chiquilladas, pero me gustaba pensar así. Mi cabeza ya traía ideas de un futuro, de hijos, de nietos. De una historia de amor para contarles. De un final feliz, como cuento de Disney.
Pero por Dios, que realmente esas cosas me pasaban por la mente diario y siempre. Y me hacia feliz. Era lindo tener a alguien en quien pensar todos los días, y poder dedicar la vida a él y nada más. Me hacia feliz que él fuera feliz, porque él decía que lo era. Ahorita realmente quisiera saber si fue feliz de verdad, si no fingía, si no me engañaba. O sea, no me importa que alguna vez me hubiera engañado, eso qué, si cuando estaba conmigo sólo era yo y nadie más. Para qué su corazón, si su cuerpo y su mente eran completamente míos, al menos por un par de horas. Debí conformarme con eso. Y ahora tengo que conformarme con su amistad, quizás.
¿O qué? ¿Cuáles son mis opciones ahora? No pido mucho, soy una niña. Antes pedía amor, comprensión, tiempo y cariño, ahorita ya nada de eso importa. Ya eso pasó, o quizás no pasó, aún no entiendo esa parte, pero en realidad pido muy poco esta vez. Amistad. Ni siquiera incondicional, ni leal, ni nada de esa mierda que de poco me sirve. Sólo un poquitito de amistad, un día a la semana, y ya. Con eso sería feliz.

16/2/08

Cosas pasan

-Tenemos que hablar. –dijo él cuando nos encontramos ese día, después de que se despidiera anterior con un profundo beso. Se sentó, ocultó la mirada, puso su cabeza entre sus manos, y se quedó callado.

Hace 3 años que fuimos novios, durante 11 meses. Para mí era demasiado seria nuestra relación: quería casarme, vivir con él, tener hijos de él. Era como mi máximo en la vida estar con él, a pesar de que la relación era destructiva, por lo menos de él hacia mí. Me presumía sus ex novias, me decía que habían sido muy bonitas, me hacia sentir fea y tonta. Pero yo lo aguantaba porque estaba embobada con él.

-¿Qué es lo que pasa? ¿Es algo malo? –le respondí yo cuando vi que no me decía nada. A pesar de que sólo éramos “amigos”, siempre decía que me quería, que yo le gustaba, que quería estar conmigo de formas que a mi me daban miedo, principalmente porque hacía tiempo que había dejado de confiar en él.

-Ayer, una amiga me llamó. Me invitó a tomar una cerveza, y yo… bueno, yo acepté. –cuando comenzó a decir esto, en mi corazón se detuvieron los latidos, como prediciendo que algo no andaba bien. Aunque él no lo vio, mis ojos hicieron una mueca extraña, como sabiendo lo que iba a oír. – Cuando llegué, ella tenía la botella lista. Tomamos hasta las 12, yo ni me di cuenta. Y luego…

-¿Luego qué? ¿Qué pasó después?

- ¿De verdad quieres saberlo?- de golpe, mi corazón volvió latir, tan a prisa que me mareo por un momento. Ya sabía lo que vendría ahora, no tenía necesidad de preguntar, aunque lo hice, necesitaba estar segura.

-Si, dime, ¿qué pasó después?

-Ella me invitó a su cama. –al decir esto, ocultó aun más su rostro, aunque lo poco que se veía no demostraba dolor alguno. Quizás algo de pena, pero era más otra cosa, como regocijo o alivio. Quería decirle que se detuviera, pero estaba congelada: aparentemente en vez de sangre, en mis venas corría hielo picado.

-Ah.

-Ni siquiera me di cuenta cuando me dejó el cuello morado. –el hielo se estaba volviendo vomitó o algo parecido, pues el asco me invadió de repente. – Estuve con ella toda la noche. Estaba tan tomado. Ninguno de los dos planeo esto, yo solo quería tomar una cerveza con ella.

-Ah. –nada más, mi boca no respondía, aunque mis manos estaban tensas mientras hacia arrugas en mi falda, la que me puse sólo para verlo a él. Quería moverme y no podía. Quería correr pero mis piernas no respondían. Quería llorar, pero el nudo estaba atorado en mi garganta, por lo que mis ojos permanecían secos, sin asomo de lagrimitas o algo. Y el vómito en mis venas se estaba convirtiendo en agua.

Él bajó sus manos. Pude ver en su rostro el alivio, nada de pena, nada de dolor. Volteó a verme, supongo que para checar si yo lloraba o si me había dolido, pero vi su confusión cuando me vio. Yo no estaba llorando, ni riendo, ni nada de eso. Temblaba un poco, pero no más que eso. Cuando el agua se volvió a transformar en sangre, mis piernas respondieron, y como si hubieran estado esperando eso, me pusieron de pie rápidamente.

-Ah, está bien. Yo tengo que irme. Que bueno que te hayas divertido. Ya ves, cosas pasan el 14 de febrero.- fue lo último que dije para después salir corriendo hacia ningún lado, recordando porqué odiaba tanto esa fecha. “Cosas pasan el 14 de febrero”, y no son siempre cosas buenas.