Resumiendo, democráticamente se hizo lo que el pueblo pidió, que fue decir la verdad, y el descenlace fue más doloroso para "el mentiroso" (nombre diseñado para ocultar lo obvio y para no sentirme tan culpable), que para la persona que recibió las mentiras.
Bueno, que el saldo al final de las vacaciones es rojo:
Una amistad terminada (en un suceso completamente independiente) y una mentira finalizada.
Quédense en sintonía para continuar con los dramas de esta pseudo cenicienta bipolar.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario