Todos cargamos con una cajita de Pandora en nuestro interior, en la que se alamacenan todos los defectos, problemas, males de nuestra persona, todos los odios que tenemos y que mantenemos encadenados para no cometer tonterías y personificar la imagen de la diplomacia.
Sin embargo, llega un momento en la vida de toda persona (sí, again... me gusta esa frase, es como que sacada de un libro de superación personal, o de una explicación de una madre a sus hijos cuando le preguntan de... crecimiento personal) en que una acción, una persona, un momento, una enfermedad o lo que sea la mueven tanto, y sufre un shock tan increíble, que pierde el control de la cajita y las cadenas se sueltan, dejando libre todo lo que con mucho cuidado había mantenido oculto toda su vida.
Como para toda explicación es necesario tener argumentos y ejemplos que prueben tal teoría, procedo a ello (sí, soy LRI y de repente me sale lo licenciada).
Supongamos que a tí, querido y único lector perdido que pasas por este blog, te diagnostican un cáncer terminal y que te quedan dos semanas de vida. Llegará un momento en el que tu caja de pandora se abrirá inminentemente, y dejarás salir tus sentimientos más ocultos, así sean buenos o malos, y podrías llegar al punto de hacer lo que cierto paciente de Grey's Anatomy: videos de odio para amigos, vecinos y familiares.
O digamos que has dedicado toda tu vida a hacer feliz a una persona en específico (un amigo, mamá, el novio, el esposo, quien sea) y has sacrificado todo por que esa persona obtenga todo lo que ha querido. Y, sin embargo, en una ocasión desafortunada te enteras de que nada es suficiente, que más que un amigo eres un esclavo, o que tu novio piensa en ti como su casera/sirvienta, o que tu esposo te alucina y tiene una o dos amantes. El shock será lo suficientemente traumático como para abrir tu cajita y dejar de creer para siempre en toda la raza humana.
Creo que el epítome de tal teoría es el Asperger. Ese tipo de personitas que carecen de cerrojo en su cajita de Pandora y que dejan fluir sus pensamientos y sentimientos de forma tan fluída que ofende. (No tengo demasiada información, pero creo que es así la cosa).
¿Cómo volver a cerrar esa caja, de tal forma que podamos manejar nuestros sentimientos a nuestro antojo y no odiemos al mundo de forma sobrehumana y desgastante?
Ese es el problema: no tengo una respuesta esta vez. Mi cajita de Pandora anda desatada y no la puedo componer con liguitas. Y si llega al punto de que su fuerza sea tan grande como para romper todos los artilugios (primer palabra que se me ocurrió, sorry) con los que la mantengo cerrada, puedo llegar a lastimar a muchas personas, a ofender a otras tantas, y a envenenarme a mi misma.
Por lo pronto, el mal es sólo mío y de algunas personas que me rodean y que tienen el tiempo/interés para oir mis problemas. Pero nadie estará seguro hasta que consiga un cerrajero...
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