26/2/09

Acecho, parte 1

El bosque está inesperadamente callado.
La chica se ha detenido después de andar sin rumbo durante varias horas. La sombra refresca el ambiente, y el claro hace lo mismo con sus pies: el ardor le impide seguir avanzando.
Ella no se ha dado cuenta del peligro que el silencio advierte. Un cambio en el ambiente ha ocasionado que todo a su alrededor siga a sus instintos y se refugie en las madrigueras. Pero ella no tiene instintos.
Un poco de agua ahora moja su cabello. Ha usado su botella para tomar agua y lavarse la cara y despejarse la cabeza del calor y el sudor. El camino ha sido largo y cansado, y lo que le espera pinta para ser más de lo mismo.
El sueño y la tranquilidad están empezando a vencerla. El viento hace sonidos extraños cuando acaricia las hojas de los árboles, y para ella es sólo un arruyo, una cuna que la invita a descansar.
No se da cuenta que su acechador ha avanzado un poco más hacia ella.
Ahora lo ha sentido. No tendrá instintos, pero si tiene una sensibilidad nata que le permite reconocer la verdad en las palabras, los rostros y, como ahora, a veces parece que oye campanitas dentro de su cerebro.
Su acechador está muy cerca.
Ella piensa a velocidad ultrasónica. Nunca ha sido una cobarde, y nunca ha huido en lugar de luchar. Y ahora, que todo dice que debería abandonar sus intenciones, sólo se ha quedado ahí, quieta...

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